Ramón Díaz Murias

INTRODUCCIÓN:

Siempre me han explicado que para saber adonde vamos es muy importante saber de donde venimos, que personas nos han precedido y nos han ido allanando el camino para que nosotros pudieramos llegar adonde estamos.

Los reconocimientos son siempre para los personajes públicos, los famosos, los grandes inventores, escritores, politicos, deportistas, cientificos; todos ellos tienen su espacio.

Pero también están las personas normales, los hombres y mujeres que han ocupado el espacio que ahora ocupamos nosotros, que con su trabajo sencillo y discreto, en silencio y sin ningún reconocimiento, han ido forjando un pais, una tierra, unos pueblos y unas sagas familiares, que son al fin y al cabo el sustento básico sobre el que se asienta la sociedad actual.

Sin los grandes sacrificios de nuestros padres, de nuestros abuelos y abuelas, ninguno hubieramos llegado a la actualidad. Partimos de una sociedad practicamente medieval no hace tanto tiempo, para saltar en apenas tres generaciones a un mundo nuevo, regido por palabras ya tan habituales como globalización, que a nuestros abuelos les asustarian.

Yo no quiero olvidarme de ellos.

Hace no tantos años, niños de apenas la edad de los nuestros embarcaban hacia America en barcos que salian del mismo puerto de Santander que ahora vemos. Solo pensar que tuviera que despedir en esas condiciones a uno de mis hijos, se me hace insoportable.

Algunos al poco de llegar a America se vieron envueltos en la Guerra de Cuba, por si no era bastante el pasar de un pequeño pueblo de Asturias a residir en La Habana, sirviendo a un compatriora con mejor suerte.

Aquellos que con poco menos de 18 años, necesitaban una autorizacion de su padre para embarcar, a los pocos meses eran llamados a filas.

Ni quiero ni puedo olvidarme de ellos. Son mi «debe» en la vida, sin ellos, sus madres y los sufrimientos padecidos no estariamos donde estamos.